Homenaje al Bicentenario del Nacimiento de Domingo Faustino Sarmiento

 Domingo Faustino Sarmiento nació el 14 de febrero de 1811 en San Juan, pero fue bautizado el 15 del mismo mes, por lo que se recuerda esta última fecha. Falleció el 11 de septiembre de 1888 en Asunción del Paraguay.

Las perspectivas desde las que puede enfocarse su personalidad son múltiples: en la vida pública, el arte y la cultura, como político, educador, escritor y constitucionalista.

 

1. La educación popular

Por lo que más se recuerda a Sarmiento es como educador, pues comprendió mejor que nadie que, de todas las profesiones, la más trascendente es la del maestro, pues éste forma a las futuras generaciones. Por ello, destacó la importancia política de la educación popular, su función de medio indispensable para crear ciudadanos, y su rol decisivo para el principio democrático de la igualdad de oportunidades. También entendió que, para lograrla, es imprescindible el acceso a la educación, y por ello identificaba educación popular con democracia.

Desde muy joven practicó el carácter sublime del trabajo del maestro, y a los 15 años ya estaba al frente de su primera escuela, en San Francisco del Monte, San Luis.

Consideró a la educación popular como un instrumento de transformación política. Para terminar con los resabios del orden colonial, decía, es necesario educar, y también incorporar como ciudadanos a los inmigrantes que están llegando al país, como hacen en los Estados Unidos. Sostuvo que era el único camino para el progreso social y para alcanzar una democracia, pues mediante ella los habitantes se transforman en ciudadanos. Era necesario, entonces, expandir la educación elemental y elevar su calidad. Esa es la llave contra la desigualdad y por la inclusión social.

Sin embargo, la realidad a mediados del siglo XIX, en todo el mundo, era que la enorme mayoría de la población era analfabeta.

En Argentina, la preocupación por la educación popular tuvo importantes antecedentes en la Revolución de Mayo, con Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia y más tarde con Echeverría. Pero quien logró los mayores resultados fue Sarmiento.

Se debió a su persistencia la fundación de más de ochocientas escuelas.

Proyectó y dirigió la creación de la primera escuela normal de América Latina, en Chile, en 1842.

También las escuelas normales de Paraná y Concepción del Uruguay y, entre otros colegios nacionales, los de Santiago del Estero y Corrientes.

Su gran admiración por los Estados Unidos se fundaba en el desarrollo educativo de ese país. Al regresar a Buenos Aires desde los Estados Unidos, para asumir la presidencia, declaró en el puerto: "Vengo de un país donde la educación lo es todo. Y por ello allí hay democracia".

La educación fue la premisa esencial de su obra, y produjo por muchos años un país pujante, con una extendida clase media y una movilidad social que ubicaba a la Argentina entre las naciones más avanzadas del mundo.

Sarmiento fue el adalid de esa idea, por la que bregó desde su juventud, enseñando, creando un método de lectura gradual, estudiando los sistemas educativos en Europa y en los Estados Unidos, fundando escuelas, trazando planes de enseñanza e impulsando la sanción de la ley 1420, de educación laica, gratuita y universal.

El ingreso de las maestras norteamericanas que trajo a la Argentina fue el semillero de las maestras normales.

Nombrado director general de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, reorganizó el sistema escolar.

Se preocupó no sólo por la enseñanza elemental, sino también por la educación superior, y por todos los niveles del conocimiento. Imaginó a la educación asociada al conocimiento aplicado, a la economía y a la producción, y por eso promovió disciplinas como Ingeniería, Minería, Agronomía y Botánica.

Entre su más que abundante obra escrita, se destacó la relacionada con la enseñanza: “Análisis de Métodos de Lectura” (1842); “Educación Popular” (1849); “Educación Común” (1855).

En definitiva, fue quien mejor comprendió que el porvenir de la patria estaba en las aulas y con los niños.

 

2. Obras escritas

El trabajo escrito de Sarmiento es monumental; ¿qué otra cosa puede decirse de alguien cuyas obras completas abarcan 52 volúmenes de casi 400 páginas cada uno?

Entre las más trascendentes que escribió podemos citar: “Campaña en el Ejército Grande”; “Las Ciento y Una”; “Recuerdos de Provincia”; “Espíritu y condiciones de la Historia de América” (1858); “Condición de los extranjeros en América” (1885); “Falsificación de la Historia” (“El Diario” 4-I-88); “Carta de Yungay” (13-X-52); “Argirópolis”; “Conflictos y armonías de las razas en América” (1883); “Vida de Dominguito”. También se dedicó intensamente a la labor periodística.

 

3. Literatura

La obra literaria de Sarmiento incluye algunas de las obras más destacadas de la literatura argentina, como “Recuerdos de Provincia” y el “Facundo”.

Este último, sin duda el más conocido, un clásico de la literatura argentina e hispanoamericana, es un ensayo sociológico novelado que fue publicado en El Progreso, desde mayo hasta junio de 1845 con el título de "Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga".

Como ocurre con casi toda la obra de Sarmiento, junto al contenido literario tuvo un enorme significado político: allí “civilización y barbarie” puede traducirse como "futuro y pasado".

La crítica literaria ha sido unánime: Horacio Sanguinetti lo calificó como “El prosista más grande en lengua castellana durante todo el siglo” y Luis Gregorich “… el más grande escritor argentino junto con Jorge Luis Borges".

 

4. Aportes al constitucionalismo argentino

Para Sarmiento, el Estado de Derecho era esencial para que el país progresara, y como  condición indispensable para transformar el desierto en una próspera nación.

Coincidió con la Generación de 1837 en cuanto a la necesidad del dictado de una Constitución y, cuando ésta entró en vigencia en 1853, escribió los “Comentarios a la Constitución de la Confederación Argentina” (setiembre 1853), el primer texto de Derecho Constitucional sobre la misma.

Ese mismo año, también publicó en “La Crónica” de Santiago de Chile del 19 y 26 de noviembre, y 3, 10 y 17 de diciembre de 1853, su “Examen crítico del Proyecto de Alberdi”.

Asimismo, otros de sus libros significaron aportes al constitucionalismo argentino: “Facundo”, “Civilización y Barbarie”, “Argirópolis”, “Conflictos y armonía de las razas en América”, “Educación popular”, al igual que sus múltiples trabajos sobre el Estado de Buenos Aires, que fueron recopilados en dos tomos (XXIV y XXV) de sus Obras Completas con el título de “Organización del Estado de Buenos Aires”, y los referidos a la “Práctica Constitucional”.

En 1860 participó en la Convención Constituyente que reformó la Constitución de 1853.

En materia constitucional, tuvo grandes controversias con Alberdi, que enriquecieron la doctrina e interpretación de la flamante Constitución de 1853. Claro está que ese contenido polémico hizo que también recibiera numerosas críticas: Ricardo Levene llegó a calificar a alguno de sus trabajos como “profundamente equivocado” (Levene, Ricardo: Historia de las Ideas Sociales Argentinas, pág. 121).

 

5. Cargos públicos

Ocupó cargos destacados en la política argentina: entre otros, fue concejal porteño en 1856, varias veces senador por la provincia de Buenos Aires, gobernador de la Provincia de San Juan desde 1862 hasta 1864; Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, Ministro del Interior, embajador ante los Estados Unidos de América.

Llegó a ser presidente de la República en el período entre los años 1868 y 1874.

Resumió su programa de gobierno con estos términos: "seguridad individual, respeto de la propiedad, responsabilidad de la autoridad, equilibrio de los poderes, educación pública".

 

6. Obra de Gobierno

Su obra de gobierno fue múltiple y coordinó todos los aspectos: relacionó la política, la sociología, el arte, la economía. Fue introductor de ciencias y de científicos.

Sarmiento otorgó gran relevancia al desarrollo económico. En el Facundo, lamentaba el estado de postración de las economías de las provincias interiores, asoladas por los conflictos civiles. En el gobierno, su administración fue enérgica y progresista: extendió el comercio, mejoró el transporte, favoreció la inmigración.

Sarmiento se abocó a transformar ese desierto enorme que era la Argentina en una nación civilizada y próspera, multiplicando organizaciones en todo el territorio nacional, implementando el régimen agrario y abriendo nuestro país al exterior, en medio de enormes dificultades económico-financieras.

Promovió la agricultura de acuerdo con bases científicas y métodos modernos. La misma, decía, "no puede ser la profesión del que no puede ejercer ninguna otra. Al contrario, debe ser una profesión selecta (...) si hay algún arte difícil, elevado, lo es la agricultura". Creía necesario formar hombres capaces de dirigir explotaciones agrícolas. Creó cátedras de agronomía, escuelas de artes y oficios y un curso de veterinaria. Aspiraba a ennoblecer y civilizar al agro. Introdujo plantas, semillas, implementos, maquinarias, libros y revistas agrícolas. Creó el Departamento de Agricultura.

Al conocido aforismo de Alberdi, "gobernar es poblar", Sarmiento le agregó alimentar, educar, cuidar, mejorar, enriquecer, civilizar. "La pampa -decía- es terreno fértil, y cada semana llegan los inmigrantes que pueden ararla, sembrarla dentro del año, embarcar el trigo y el maíz en ferrocarriles baratos para emprender nuevas tareas, edificar sus casas y establecer sus familias."

Propició la construcción de ferrocarriles y triplicó las vías férreas. Mandó abrir caminos, mejorarlos y extenderlos donde los ferrocarriles no llegaban. El alambrado, finalmente, se expandió, delimitando y cercando el perímetro de las estancias abiertas, revolucionando también la economía y las costumbres.

Apenas asumió la presidencia, Sarmiento impulsó la industria frigorífica. Ofreció un premio al mejor sistema de conservación de carnes frescas.

Afianzó el sistema jurídico argentino promulgando el Código Civil que, ciento cuarenta años después, continúan vigente.

Por iniciativa de Sarmiento, la ciudad de Buenos Aires cuenta con el Jardín Botánico y el Zoológico. Impulsó la creación del Parque Tres de Febrero, como se lo denominó, que fue inaugurado el 11 de noviembre de 1875 por Avellaneda, quien plantó allí una magnolia americana.

 

7. Viajero

Recorrió varios países, como Chile, Uruguay, Brasil, Estados Unidos y Canadá. Visitó también Europa y el norte de África.

En 1846 estuvo en Francia, donde se entrevistó varias veces con San Martín en su casa de Grand Bourg.

Desde allí viajó a Argelia, Italia y otros países europeos.

En junio de 1847 volvió a Francia, y se incorporó como miembro correspondiente al Instituto Histórico de Francia. Su disertación, que se refirió a los vínculos entre San Martín y Bolívar, contó con la presencia del Libertador.

El conocimiento que adquirió en sus viajes supo capitalizarlo para el progreso de la Argentina, como puede apreciarse en su obra “Viajes por Europa, África y América, 1845-1847”. En particular, los aprovechó para estudiar sus sistemas educativos.

 

8. Sarmiento naturalista

La erudición de Sarmiento se advierte en el discurso que pronunció en 1882, en el Círculo Médico de Buenos Aires, en ocasión del fallecimiento de Charles Robert Darwin. En el mismo, no sólo demuestra interpretar la importancia del pensamiento y la obra del científico británico sino que, por sus referencias a trabajos de Lineo, Buffon, Humboldt, Bonpland y Ameghino, se pone en evidencia una marcada predilección por las ciencias naturales, algo llamativo para alguien que no tenía formación médica ni científica.

Un aspecto muy interesante es que allí Sarmiento comparó la evolución de las especies con la del lenguaje, en un párrafo que vuelve a asombrarnos por sus conocimientos del origen indoeuropeo del griego, el latín y las lenguas romances.

 

9. Opiniones sobre Sarmiento

Si bien la personalidad y la obra de Sarmiento han sido sumamente controvertidas, y hasta podemos decir que es uno de los personajes más polémicos de la Historia Argentina, la mayor parte de la intelectualidad lo ha colocado en la cumbre de la historia del país.

Recordemos algunos juicios sobre él: Adolfo Posada, el gran politólogo español, dijo que Sarmiento fue “el más alto genio argentino” (Posada, Adolfo: “La República Argentina”, pág.43)

José Ingenieros decía, en su obra póstuma, que era, con Alberdi y Echeverría, uno de los principales sociólogos de Argentina (Ingenieros, José: “Los Iniciadores de la Sociología Argentina: Sarmiento, Alberdi y Echeverría”. Editorial Pablo Ingenieros, Buenos Aires, sin fecha, pág.5)

El gran historiador Ricardo Levene, en un trabajo de 1938, lo llamó “sociólogo de la realidad americana y argentina”.

Más recientemente, la historiadora María Sáenz Quesada escribió: "Leer la obra de Sarmiento es imprescindible para conocer el país y comprender cuánto le debemos".

 

10. Síntesis final

Para finalizar, se puede decir de Sarmiento que es una figura que sin duda ocupa un lugar central en nuestra Historia. Fue y es execrado por unos y glorificado por otros, pero tiene ganado un lugar que nadie puede obviar en la historia argentina.

Fue estadista, educador, escritor, presidente de la Nación y periodista; su obra literaria fue una de las más bellas del continente, y sus modernas ideas sobre la educación lo convirtieron en el padre de la escuela gratuita y libre para todos.

Sarmiento imprimió su sello en toda la Historia Argentina posterior. Unió literatura, política, constitución, economía, ciencia, educación.

Pocos como él advirtieron que todos esos factores deben marchar mancomunados para lograr el desarrollo de un pueblo.

Los propósitos fundamentales de Sarmiento fueron el progreso, la civilización, la república democrática y, sobre todo, la educación popular.

Perteneció a la Generación de la Organización Nacional, que tenía todo por hacer, y lo hizo de la mejor manera.

Sarmiento es una personalidad subyugante, en sus aciertos y en sus errores. Fue polémico en vida, y lo sigue siendo a doscientos años de su nacimiento.

Consecuentemente, se puede estar de  acuerdo o no con su personalidad, su pensamiento y su obra. Pero, lo que no se puede hacer, es ignorarlo.

En lo personal, no creo en los hombres perfectos ni infalibles. Como decía Rousseau, una sociedad perfecta debía estar integrada no por hombres sino por ángeles.

Sarmiento tampoco fue perfecto ni infalible.

Así, entiendo que la obra de Sarmiento, con sus geniales aciertos, con sus expresiones criticables, con sus contradicciones, significó un aporte invalorable para el progreso de la Argentina.

Como político hay un tema que en Sarmiento debe destacarse de una manera especial: la honradez en todos sus actos: pasó por los más altos niveles del gobierno y la administración pública sin acrecentar su patrimonio personal y sin beneficiar a sus familiares o amigos.

Muchas veces escuchamos decir de algún funcionario, a manera de disculpa por actos poco transparentes: “roba pero hace”. Al margen de que resulta inadmisible buscar alguna forma de justificación a los actos delictivos, inmorales o dudosos de los gobernantes, fundándose en su eficiencia, de Sarmiento podríamos decir: “Fue uno de los que más hizo por la Argentina, pero no robó”.

Gobernó pensando sólo en el bien y en la grandeza de su patria. Al cabo de seis años de luchas sin tregua, terminó su presidencia tan pobre como había asumido.

Hombre absolutamente despreocupado por el dinero, nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, vivió en forma austera.

De su inmensa capacidad e inteligencia salieron las bases de la Argentina moderna. Movido por una evidente fuerza interior, no dejó tema de interés nacional sin abordar.

Se ha dicho que Sarmiento podía despreciar a las masas ignorantes, pero dedicaba sus esfuerzos a educarlas. Yo creo que no fue exactamente así: en realidad, Sarmiento despreciaba la ignorancia, no a los ignorantes, y por ese desprecio colocaba la educación en un lugar prioritario de todo su hacer político y su pensamiento. Por medio de la educación quería eliminar la ignorancia, para que los ignorantes dejaran de ser tales y se dignificaran.

En definitiva, fue un héroe del progreso material y de la cultura popular, uno de los auténticos constructores de la Argentina.

Fue uno de los principales ejecutores de la Argentina del Centenario, aquélla Nación en la que su producto bruto interno era superior al de todos los países hispanoamericanos juntos, que era la décima economía mundial, y el 7% del comercio mundial. Los europeos venían aquí para progresar, para “hacerse la América”.

Influyó en todos los tiempos y en todas las disciplinas posteriores.

Podemos decir, parafraseando a Borges: "Sarmiento el soñador, sigue soñándonos".


La Plata, octubre de 2011.


Dr. Carlos Alberto Mayón

Director del Instituto de Derecho Constitucional y Político “Carlos Sánchez Viamonte”